El Café Enamora

El café huele a cielo recién molido

-Jessi Lane Adams

 

El café es una bebida que tiene siglos en el gusto de muchos, se puede tomar de muchas maneras y en cualquier lugar, no hay día ni horario establecido para disfrutarlo, está al alcance de la mayoría, tiene muchas variedades en sabor y son muchas las formas de prepararlo, es la segunda mercancía más comercializada en el mundo, por eso lo encontramos en inverosímiles rincones y algunos lo venden con nombres atractivos; así, hay Café Amor Perfecto, Café Punta de Cielo, Café Solemnus, y muchos otros más que, con solo leer sus nombres, nos evocan sensaciones placenteras, porque el café tiene ese influjo: nos deleita, nos gusta, nos agrada, nos atrapa, nos enamora; con solo olerlo, penetra y se queda en algún lugar de la memoria, en algún lugar donde el corazón ya no lo suelta; ha sido compañero fiel de creaciones literarias, y testigo silente de  amores fortuitos; por eso es la bebida preferida de muchos, y por eso es la bebida que más se vende en el mundo.

          Decir que el café enamora puede ser inconcebible para algunos, pero para los que somos amantes de su olor, de su sabor y del placer que deja tras olerlo y dar el primer sorbo, sabemos que estamos en lo cierto. La RAE define enamorar como “excitar en alguien la pasión del amor”, y, en efecto, el café excita, “a él le debo todo mi vigor”, como lo escribiera J.W.Goethe. De igual modo, Marcel Proust escribió En busca del tiempo perdido tomando café con leche y comiendo croissants; Truman Capote decía que le era necesario beber para pensar y el café era una de esas bebidas; Honoré de Balzac, gustaba de tomar mucho café y masticar granos del mismo para inspirarse. El café es una maravilla, es fascinante, y enamora tanto, que hay museos sobre él; en México hay Museos del Café en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, y en Córdoba, Xalapa y Coatepec, Veracruz. Países como Perú, Colombia, Costa Rica, Puerto Rico, Austria, Turquía, Gran Bretaña, Rusia y Alemania también tienen museos del café. Hay libros que hablan del café: The World Atlas of Coffee, de James Hoffman y Manual del Café, de Nicolás Artusi, son algunos de ellos. Sin duda la lista de museos y libros sobre el café es extensa y quizás no podremos conocer todo lo que se ha construido y escrito sobre él.

          Solo quien está enamorado puede dedicar tiempo a lo que ama, Beethoven contaba a mano 60 granos de café, lo justo para cada taza, J. Sebastian Bach convirtió en canción un poema humorístico sobre el café, y Giuseppe Verdi llegó a decir que “el café es un bálsamo para el corazón y el espíritu”. Escritores y músicos han sido amantes del café, también filósofos como Voltaire, quien lo tomó hasta su muerte a los 83 años de edad, Søren Kierkegaard, amante del azúcar y el café, colocaba treinta cubos de azúcar en su taza y luego el café negro hasta disolverlos, Frank Baum el creador de El Mago de oz, amaba el café; tomaba de cuatro a cinco tazas de café en las mañanas.

Existe una lista de los países más consumidores de café: Finlandia, Noruega e Islandia son los primeros lugares; México, mi amado país, tiene muchas zonas cafetaleras de prestigio internacional; por ello se han creado establecimientos que ofrecen singulares y atractivos lugares donde degustar un buen café. En sus diferentes modalidades, el café tiene esa magia; crea mundos diferentes, es un escape de la habitualidad y el ensueño fuera de lo cotidiano; de esta suerte, tomar una taza de café siempre ofrece sueños diferentes, aunque se tome en el mismo lugar. El café tiene el don de crear poesía, literatura y música, e invita a la introspección: muchos filósofos han encontrado entre sorbo y sorbo el pensamiento que cautiva o el atisbo a la idea que derriba lo establecido y enarbola una propuesta diferente. El café es cosmopolita pero no discrimina; lo puedes encontrar en las manos de alguien sentado en una banqueta o en un lujoso lugar.

El café es magia que inicia en el olfato y termina en el aliento, es un hechizo que se pasa de boca a boca; quien lo toma sucumbe ante su grandeza, quien lo ignora languidece en la desidia; tiene un sabor que se queda perenne en la memoria; es mas que un fetiche y puede ser parte de una parafilia;  es la caricia que enamora y el beso que aceptamos sin que nadie nos obligue; es la satisfacción que se busca, la pasión que inunda la boca y enriquece la lengua; quien lo toma, encuentra paz y tranquilidad en cada sorbo; ese es su encanto, un abracadabra que se agrega con cada cucharada hasta convertirse en un elíxir que se vanagloria en cada boca. El café tiene la sublime condición de ser la bebida que encandila, que enamora.

 


Publicado en la Antología Literaria “Sembrando Voces” por Colectivo Culturales Comunitarios en el 2021. Secretaria de Cultura de la Ciudad de México 2021

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